miércoles, 20 de noviembre de 2013

Experiencia número veintidós:


  
Recuerdo que cuando comencé preescolar, mi maestra Norma  nos mostraba letras  grandes
 plastificadas en minúscula y mayúsculas para que reconociéramos cada letra, pero no nos enseñó a escribir.
Al pasar a primer grado, no sabía escribir, pero mi maestra Carolina nos escribía en su pizarrón las vocales y
luego todas las letras que faltaban  en minúscula y mayúscula, para que pudiéramos escribirlas. Además nos daba una
serie de palabras cortas para que comenzáramos a agilizar la escritura.
   A mí me costaba escribir, entonces cuando llegaba a mi casa, practicaba y practicaba con mi papá. Finalmente, con la ayuda
de mi maestra, que nos mandaba todos los días tareas para escribir, y mi papá, que me ayudaba, pude aprender y cada año mejoré la escritura.

                                                                                                                      Brenda

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