Recuerdo que cuando
tenía mis 6 años de edad, mi papá me preparaba para comenzar el tan esperado
primer grado. Me sentía muy entusiasmada. Todos los días él, mi papá, trataba
de leerme cuentos, hacerme repasar lectura y escritura. Así comencé a escribir
y leer mis primeras palabras. Quizás en el transcurso de mi paso por el jardín
ya había escrito algunas palabritas, no tan claras al lector quizá, pero sí
fueron las que me impulsaron a seguir aprendiendo.
Gladys Noemí
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